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Atroz caso de abusos sexuales a menores destruye la reputación del Gobierno británico: ¿Qué pasó?

 


Esta semana, en el debate que se convirtió en el principal tema nacional, se involucraron el empresario estadounidense Elon Musk, la escritora británica J.K. Rowling y la ex primera ministra del Reino Unido Liz Truss
Esta semana, en el debate que se convirtió en el principal tema nacional, se involucraron el empresario estadounidense Elon Musk, la escritora británica J.K. Rowling y la ex primera ministra del Reino Unido Liz Truss
Internet

Con El Mazo Dando en su programa 500

Publicado: 04/01/2025 09:52 AM

El Reino Unido se está viendo sacudido por un nuevo revuelo que desató críticas y polémica, no solo hacia el Gobierno del actual primer ministro del país, Keir Starmer, sino también hacia los anteriores con reproches de que hicieron la vista gorda frente al llamado escándalo en torno a las redes de explotación sexual de menores a lo largo del país, especialmente, en la ciudad de Rotherham. 

Esta semana, en el debate que se convirtió en el principal tema nacional, se involucraron el empresario estadounidense Elon Musk, la escritora británica J.K. Rowling y la ex primera ministra del Reino Unido Liz Truss, entre otros, pronunciándose en torno al asunto, pero ¿qué hay detrás?

¿Cómo se supo del caso?

De acuerdo con un reportero de GB News, que hizo una publicación de hilo en su cuenta de X sobre el escándalo de las redes británicas de abuso sexual de menores, los primeros reportes de bandas de hombres que abusaban de menores en la calle se remontan a la década de 1970

Sin embargo, la primera vez que el problema llamó atención fue cuando la entonces diputada laborista Ann Cryer expresó en 2002 su preocupación por el acoso de "jóvenes hombres de Asia [del Sur]" a niñas en la puerta de los colegios en la ciudad de Rotherham. Según recuerda, su 'batalla' comenzó cuando siete madres acudieron a ella para denunciar que sus hijas habían sido manipuladas sexualmente por jóvenes de la comunidad pakistaní. Pero nadie parecía tomar en serio sus peticiones ni confiar en sus denuncias. En 2003, muchos miembros de su propio partido acusaron a Cryer de racismo.

Más tarde, el periodista de The Times Andrew Norfolk logró llegar a la verdad. Al principio —admite—, al escuchar los detalles de las acusaciones de niñas, en su mayoría blancas, contra perpetradores, en general, británico-pakistaníes, no quiso seguir con el tema. "Inmediatamente pensé que era una historia de ensueño para la extrema derecha", confesó, añadiendo que solamente cuando empezó a investigar el caso por su propia cuenta, comprendió que se trataba de algo mucho más serio y, sobre todo, real. 

En cuanto publicó su primer artículo abordando el caso, fue atacado tanto por quienes lo consideraban racista como por partidarios de la ultraderecha que querían que escribiera más sobre 'el racismo antiblanco'. No obstante, sus artículos, junto con el juicio de 2012 a la red de abuso sexual infantil de Rochdale, llevaron al Comité de Asuntos Internos de la Cámara de los Comunes a dedicar sesiones al asunto.

Luego, en agosto de 2014, salió a la luz un informe, fruto de una investigación dirigida por la profesora Alexis Jay, que concluyó que aproximadamente 1.400 menores, de diversos orígenes, habían sido abusados sexualmente en Rotherham entre 1997 y 2013 por hombres británicos de origen pakistaní, aunque también había implicados de raíces kurdas y kosovares. 

¿De qué se trata?

"Nadie conoce la verdadera dimensión de la explotación sexual infantil en Rotherham a lo largo de los años. Nuestra estimación conservadora es que aproximadamente 1.400 criaturas fueron explotadas de 1997 a 2013", así se describe la principal conclusión de la investigación llevada a cabo por Alexis Jay.

Numerosas menores fueron violadas por varios hombres, así como llevadas a otras ciudades y localidades del norte de Inglaterra, secuestradas, golpeadas e intimidadas; algunas, incluso niñas de tan solo 11 años, eran objeto de violaciones en grupo y tráfico de drogas. Varias, denuncia el informe, "fueron rociadas con gasolina y amenazadas con ser quemadas vivas, amenazadas con pistolas, obligadas a presenciar violaciones brutales y amenazadas con ser la siguiente si decían algo".

Años después de haber sido víctimas de abusos, ciertas chicas se hicieron adictas a las drogas y al alcohol; otras sufrían estrés postraumático, además de otros problemas psicológicos y de salud mental. En varios casos, se produjeron embarazos, abortos espontáneos e interrupciones. 

En muchos casos, los perpetradores regenteaban locales de comida rápida o trabajaban como taxistas. Primero invitaban a sus víctimas a comer, las embaucaban, iban en coche a recogerlas al colegio, les hacían regalos, como teléfonos móviles para poder comunicarse. Y después acababan drogándolas y abusando de ellas, porque tenían su control psicológico absoluto. 

¿Qué pasó después?

Tras presentar su reporte, Alexis Jay aseveró que los encargados de proteger a los niños fracasaron pese a los tres informes elaborados entre 2002 y 2006, que "no podrían haber sido más claros en describir la situación en Rotherham". "Para 2005, es difícil creer que ciertos altos funcionarios [...] no estuvieran al tanto del problema", denunció Jay, detallando que "varios empleados han descrito su nerviosismo a la hora de identificar el origen étnico de los perpetradores por miedo a ser considerados racistas; otros recuerdan instrucciones muy claras de sus superiores para que no lo hicieran".

A pesar de que, hasta la fecha, en el marco de la Operación Stovewood, se han practicado más de 150 detenciones y se han dictado 20 condenas, con penas que superan los 100 años, no se presentó cargo alguno contra figuras clave del Gobierno, que fracasaron en prevenir lo sucedido en varias ciudades.

Asimismo, de acuerdo con investigaciones periodísticas y testimonios de víctimas, algunos oficiales de la Policía de Rotherham habían mantenido contactos regulares con perpetradores o hacían caso omiso de las denuncias. Así, en 2020 se reveló que un oficial superior de la Policía admitió que sus fuerzas ignoraron los abusos sexuales de chicas por redes de pakistaníes durante décadas, ya que "tenían miedo al aumento de las tensiones raciales". Por otro lado, se hizo público que algunos infractores ni siquiera fueron detenidos.

La punta del iceberg

No obstante, la historia de Rotherham solo era la punta del iceberg, ya que redes similares se habían propagado, en la década de 2010, por todo el país y tenían presencia en Manchester, Rochdale, Oxford, Bradford, entre otras localidades. 

La líder del Partido Conservador británico, Kemi Badenoch, escribió este jueves: "Hace tiempo debería haberse abierto una investigación nacional sobre el escándalo de las bandas de violadores". "En los últimos años, se han celebrado juicios en todo el país, pero ninguna autoridad ha atado cabos. El 2025 debe ser el año en el que las víctimas empiecen a obtener justicia", expresó la política.

En respuesta a dicha publicación, Nigel Farage, líder del partido reformista, criticó a los conservadores por no llevar a cabo una investigación sobre el caso mientras estaban en el poder. "Hablar no cuesta nada. Los conservadores han tenido 14 años de gobierno para iniciar una investigación. El 'establishment' les falló a las víctimas de las bandas de abuso de menores a todos los niveles", sostuvo en su cuenta de X.

El escándalo revivió cuando se supo que Jess Phillips, ministra en la sombra para la Salvaguardia y Violencia contra mujeres y niñas, había rechazado una solicitud del Ayuntamiento de Oldham para que el Ministerio del Interior liderara una investigación pública sobre la explotación sexual infantil, sugiriendo que la propia municipalidad investigara el asunto.

Elon Musk se incorpora al debate
Luego, a la discusión se sumaron Elon Musk, J.K. Rowling y Liz Truss, que expresaron su desacuerdo e indignación hacia ambos partidos del Reino Unido, que parecen haber hecho oídos sordos ante lo sucedido.

"Los detalles que están surgiendo sobre lo que las bandas de violadores [...] hicieron a las niñas en Rotherham son francamente horribles. Las acusaciones de posible corrupción policial en el caso casi van más allá de lo creíble", escribió J.K. Rowling.

A su vez, la ex primera ministra del país, al comentar una parte del reporte de 2015, indicó: "Estos terribles casos de violación en grupo de niñas de tan solo 11 años avergüenzan a nuestro país. No solo hay que castigar a los autores. También deben ser castigadas las autoridades que hicieron la vista gorda para no exacerbar las 'tensiones raciales'". De igual modo, la política conservadora añadió que "los horribles fallos sobre las bandas de violadores muestran la total falta de responsabilidad de la Justicia penal británica", proponiendo algunas medidas para cambiar el sistema.

Por su parte, Elon Musk opinó que la ministra Jess Phillips debería ser encarcelada.

"La verdadera razón por la que [Phillips] se niega a investigar las bandas de violadores es que, obviamente, llevaría a culpar a Keir Starmer", declaró, exigiendo al mismo tiempo la liberación de Tommy Robinson, activista político de ultraderecha detenido a finales de octubre de 2024 presuntamente por haber violado una orden judicial que le prohibía repetir difamaciones contra un refugiado sirio, después de que este ganara una demanda contra Robinson en 2021.

"¿Por qué Tommy Robinson está en una prisión de aislamiento por decir la verdad? Debería ser liberado y los que encubrieron esta farsa deberían ocupar su lugar en esa celda", expresó Musk, y agregó que Starmer "fue cómplice de la violación en el Reino Unido cuando fue jefe de la Fiscalía de la Corona durante seis años", de 2008 a 2013. "Starmer debe irse y debe enfrentar cargos por su complicidad en el peor crimen masivo en la historia del Reino Unido".

Una de las víctimas de Rotherham, Sarah Wilson, que fue violada desde que tenía 11 años, respaldó la postura de Musk y escribió que "Jess Phillips debería avergonzarse". "Cualquiera que niegue una investigación independiente tiene mucho que ocultar", sentenció.

En la misma línea, respaldó un pedido para que el rey Carlos III disuelva el Parlamento y convoque nuevas elecciones generales, haciendo hincapié en que "el pueblo del Reino Unido no quiere este Gobierno en absoluto" e instando a convocar nuevos comicios en el país.

RT

SOCIOPOLÍTICA DEL ENERGÚMENO

 Luis Britto García 



Nos cuenta Esopo que  las ranas pidieron a Zeus un Rey, y que éste les envió un tronco flotante. Hastiadas de la inactividad del madero, solicitaron las ranas un nuevo monarca, y Zeus les remitió una serpiente  que las devoró  a todas.

Valga la sagaz fábula para explicar por qué en tiempos de crisis gobernantes anodinos son suplantados por energúmenos, aunque no detalla por qué los batracios, cuando tienen la oportunidad, eligen precisamente a quien ha de devorarlos.

Pues  la inacción del leño seco es cómoda, pero inefectiva. Como las socialdemocracias que nada socializan, las revoluciones que no revolucionan o  los progresismos que no progresan, quien intenta gustarle a todos termina no gustándole a nadie.

Un nuevo Manual de Buenos Modales de Carreño los paraliza: el Politically Correct. Hay temas tabú que está prohibido tocar, porque molestarían a alguien. Por ejemplo: salarios mínimos que permitan sobrevivir a los trabajadores. Pongamos por caso: misteriosas fortunas salidas de la nada. Incluso: gobiernos que no protegen a los primeros ni investigan  las segundas. Mientras tanto, la charca se seca y la desesperación diluvia. Nadie hace nada, porque los batracios han delegado su facultad de actuar en un leño que sólo  hace buenos negocios.

Preguntémonos una vez más por qué, desde que las ranas votan, de vez en cuando eligen a la culebra  que las devora.

Respondamos con  el fabulario contemporáneo, la telenovela.  Quizá las series más aclamadas de nuestra pantalla chica fueron Gomez,  Gómez 2, y Estefanía, con geniales libretos de José Ignacio Cabrujas  y colaboradores.

Gómez retrata el ocaso de un déspota que traicionó a su compadre Cipriano Castro, usurpó el poder con golpe de Estado, lo usó para hacerse inmensamente rico cediendo nuestras riquezas al capital extranjero y encarceló o desapareció a sus enemigos.

Para ser justos, añadamos que Gómez, aparte  de ser un tirano aborrecible, acabó con las guerras civiles y en 1930 pagó hasta el último centavo de la Deuda Pública. Como me comentó su hijo el general Florencio Gómez: a veces para hacer un bien hay que hacer algún mal.

Y sin embargo, mientras más se afanaba José Ignacio en hacer aborrecible al  personaje, mayor era el fanatismo de la audiencias. De resucitar, el Benemérito gana  las elecciones.

Lo mismo ocurrió con Estefanía, telenovela con libreto de Cabrujas que abominaba del jefe de la policía política de la dictadura de Pérez Jiménez, esbirro que utilizaba sus poderes para intentar hacerse amar por la protagonista. La popularidad del malvado fue tal, que la serie debió ser abreviada.

¿Cómo interpretar la idolatría del público por un zamarro anciano iletrado, traidor rodeado de traidores que compraba a sus queridas regalándoles casas y se deshacía de sus enemigos diciendo “no los quiero ni aquí ni allá”? ¿O por un sicario que torturaba a quienes luego torturarían a los izquierdistas?

¿Será que en el fondo de cada compatriota aplastado por la gravedad de lo cotidiano y la inopia de los poderes que deben remediarla, yace un energúmeno que ansía un poder ilimitado para  resolver de una vez por todas las cosas a trancazos, aunque ello signifique tragarse todas las ranas desamparadas por un tronco inerte?

No me atrevo a contestar, pero pregúntese el amable lector si las votaciones por tantas serpientes devoradoras que ofrecen acción destructiva no tiene su origen en la postradora conciliación de clases que no resuelve ni lo uno, ni lo otro, ni todo lo contrario.

Intentemos una taxonomía del devorador.

Para disimular que en realidad se come a sus compatriotas, el energúmeno crea antagonistas ficticios.  El verdadero adversario de la humanidad es el capitalismo gracias al cual el 10% de la población monopoliza 80% de la propiedad del mundo, dispara crisis recurrentes, agota los recursos del planeta, asigna sueldos por debajo de la subsistencia a los trabajadores y suplanta más del 40% de ellos con máquinas.

Pero serpiente no come serpiente. Para Trump causan las crisis los hispanos migrantes; para la Unión Europea los trabajadores migrantes; para Hitler los judíos; para los judíos, los musulmanes. A diferencia del capitalismo, ninguno de estos supuestos adversarios  tiene armas nucleares, ni  cómo defenderse de potenciales genocidios.



En la  persecución del adversario ficticio el energúmeno es ante todo escandaloso:  la suya parece la única protesta visible en una charca que  degenera en pantano. Benito Mussolini, Adolf Hitler, Donald Trump ascienden al poder montando alharacas que los destacan de las restantes inercias cómplices. Berlusconi cimienta su carrera en fraudes financieros disimulados por monopolios mediáticos. Zarkozy, en corruptelas tapadas por imágenes de su esposa Carla Bruni tal y como vino al mundo. Jair Bolsonaro dice ser favorito de Dios y se  rebautiza “Mesías” con aguas de un río sagrado. Zelensky inicia su carrera como cómico televisivo, Milei arrancando  motosierra paramilitar con la cual después pulverizará pensiones, propiedades de la Nación, servicios públicos, salarios. Todo es gesto, efectismo, prepotencia. Ser Celebrity a costa de todo y de todos.

El energúmeno no tiene más ideología que el antojo ni más programa que la rabieta. Como niño malcriado, todo lo que desea debe ser suyo de inmediato. Hitler se soñaba dueño de Europa y de la Unión Soviética, Mussolini de Albania,  Grecia, Eritrea, Libia y Somalía. Trump quiere apoderarse del Canal de Panamá, de Canadá, de Groenlandia, de la Antártida, del petróleo venezolano, sin reparar en que ya tienen dueños. Netanyahu aspira  a dominar Gaza, Palestina, Siria, Irán, Irak, el Asia, el mundo. La Unión Europea no se conforma con menos que devorar la Federación Rusa y la pequeña China, por no hablar de la levantisca África. Al enano argentino el mundo le queda pequeño. Nunca faltan electores que a cambio del voto esperan un botín más grande que sus capacidades.

Adoptar para la etiqueta del poder la falta de  modales del paleto, tan satirizado por Mark Twain, es fingir que tras la torpeza opera alguna inocencia o sinceridad ignorante que disculpa sus dislates. Decía Napoleón que de lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso: el mismo que lleva al poder a energúmenos y serpientes.

El más seguro aliado de los energúmenos son sus víctimas, que aceptan sin chistar las consagraciones que sus verdugos se atribuyen. Anarquistas y libertarios son los más altos grados de la condición política: habitan el Reino de la Libertad,  fruto superior de un comunismo que desvanecerá al Estado.

Pero así como roban el trabajo ajeno, capitalistas, serpientes, energúmenos y usureros pillan  términos que no les pertenecen y se autoproclaman ahora  “libertarios” o “anarcocapitalistas”.

Vaya usted a ocupar un latifundio en nombre de la libertad o un banco en nombre de la anarquía para que descubra cómo se bate el plomo.

Lo mas grave ocurre cuando los propios acosados medios progresistas también llaman “libertarios” o “anarquistas” a estos ápices de la codicia y dechados de la avaricia, equiparándolos a paradigmas del libre albedrío.  

Cuando el energúmeno define los términos del debate, éste está tan perdido que sólo la Revolución podrá  recuperarlo.



TEXTO/FOTOS: LUIS BRITTO.

“Wicked”, “El mago de Oz” y el letrista estadounidense Yip Harburg

 




Amy Goodman y Denis Moynihan

Gente de todas partes del mundo ha estado viendo la taquillera película musical “Wicked” durante estas fiestas de fin de año. Basada en el musical homónimo de Broadway, “Wicked” actúa como una precuela de la película de 1939 “El mago de Oz” y presenta a la villana de esa obra cinematográfica, la Bruja Mala del Oeste, como una niña incomprendida y acosada que desafía a la autoridad y expone las malas acciones.

Desde mediados de la década de 1950 hasta principios de la de 1990 —mucho antes de que existieran las plataformas de transmisiones por Internet y de videos a demanda— los telespectadores estadounidenses, que solo tenían acceso a unas pocas cadenas importantes de televisión, debían esperar cada año que llegara la oportunidad de ver “El mago de Oz”. La tan esperada transmisión especial de la película solía emitirse entre el Día de Acción de Gracias y el día de Navidad y captaba la atención de millones de televidentes de todo el país. Esta tradición cinematográfica compartida popularizó el fantástico cuento de Dorothy, su perro Toto, el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León.

La película también recibió reconocimiento internacional por su banda sonora, con canciones icónicas como “Follow the Yellow Brick Road” (Sigue el camino de ladrillos amarillos); “We’re Off to See the Wizard” (Vamos a ver el mago); “Ding Dong the Witch is Dead” (Ding dong, la bruja ha muerto); y el clásico de renombre mundial “Over the Rainbow” (Sobre el arcoíris). Menos conocido es el autor de las letras de esas canciones: el compositor y guionista E. Y. “Yip” Harburg. En una época de creciente autoritarismo, desigualdades cada vez mayores y una élite multimillonaria en ascenso, las canciones con conciencia social de Yip Harburg, así como su propia lucha por superar la pobreza durante la Gran Depresión y su inclusión en las listas negras durante la era del macartismo, aun cuando “El mago de Oz” ganaba fama, se convierten en una fuente de inspiración y advertencia.

Yip Harburg nació en 1896 en el barrio Lower East Side del distrito de Manhattan, en Nueva York, en el seno de una familia judía pobre cuyos padres huyeron, como tantos otros, de los pogromos antisemitas en Europa del Este.

En la escuela secundaria le tocó sentarse, por orden alfabético, junto a Ira Gershwin y ambos comenzaron una amistad que se mantuvo durante toda su vida y que fue determinante para el desarrollo de la música y la cultura estadounidenses del siglo XX. Ernie Harburg, hijo de Yip y coautor de la biografía titulada '¿Quién puso el arcoíris en el mago de Oz?', dijo en una entrevista que mantuvo con Democracy Now! en 1996: “Yip experimentó de cerca la pobreza […]; eso le permitió comprender la vida como una constante lucha”.

Yip Harburg quedó sumamente endeudado tras la crisis de Wall Street en 1929. Gershwin le sugirió que escribiera letras de canciones. Poco tiempo después, Harburg compuso la canción que encarnó la esencia de la Gran Depresión, “Hermano, ¿me das diez centavos?”, que se convirtió en un éxito a nivel nacional y sigue siendo un himno atemporal sobre los tiempos difíciles, la codicia empresarial y la dignidad de la clase trabajadora.

“Una vez construí un ferrocarril; lo hice correr, lo hice competir contra el tiempo.
Una vez construí un ferrocarril; ahora está terminado. Hermano, ¿me das diez centavos?”.

La película “El mago de Oz” se basó en la novela de 1900 titulada “El maravilloso mago de Oz”, de L. Frank Baum. Antes del éxito comercial que obtuvo con el libro, Baum se desempeñó en diversas actividades. Entre 1890 y 1891, en el estado de Dakota del Sur, dirigió el periódico local Aberdeen Saturday Pioneer. Allí escribió varias editoriales, entre ellas dos que instaban a cometer un genocidio contra los pueblos indígenas. Pocos días después de la masacre de Wounded Knee, ocurrida el 29 de diciembre de 1890 y en la que se estima que unas 300 personas mayores, mujeres y niños de la comunidad Lakota fueron masacrados por el ejército estadounidense en la cercana reserva de Pine Ridge, Baum escribió: “Nuestra seguridad depende del exterminio total de los indígenas […], [hay que] borrar de la faz de la tierra a estas criaturas salvajes e indomables”.

Las letras de Yip Harburg, por el contrario, dignificaban a las personas oprimidas, a la clase trabajadora, a los inmigrantes y a otros grupos marginados. Estos fueron los temas principales de los dos éxitos de Broadway escritos por Yip: la obra “Bloomer Girl” (Chica bloomer), que gira en torno al movimiento por el sufragio de la mujer, y “Finian’s Rainbow” (El arcoíris de Finian), que rinde homenaje a las personas migrantes y a la lucha contra el racismo. Las letras de Yip atrajeron la atención del Comité de Actividades Antiestadounidenses de la Cámara de Representantes de Estados Unidos y del senador Joseph McCarthy, quien lideró una agresiva “caza” de personas sospechosas de ser comunistas dentro del Gobierno y de las principales instituciones del país, incluidos los estudios de Hollywood. McCarthy contó con la ayuda del abogado “cazacomunistas” Roy Cohn, quien más adelante desempeñaría el papel de mentor de un entonces joven Donald Trump. Yip Harburg estuvo entre los cientos de escritores, actores y otras personas de la industria a quienes se les prohibió trabajar en el cine y la televisión durante la década de 1950. McCarthy y su cruzada anticomunista finalmente acabaron desacreditados, y Harburg continuó con su trabajo creativo en defensa de los derechos humanos hasta su muerte en 1981, cuando tenía 84 años.

La obra más conocida y entrañable de Yip Harburg continúa siendo su colección de canciones para la película “El mago de Oz”, que se estrenó en el tumultuoso año 1939. En ese entonces, el fascismo estaba en pleno auge en Europa y Asia, los impactos económicos de la Gran Depresión todavía causaban estragos en la clase trabajadora y las leyes segregacionistas de la época de Jim Crow oprimían a millones de personas de color.

A escasas semanas de la investidura de Donald Trump para su segundo mandato como presidente, y con el foco puesto en el desafío a la autoridad que introdujo, de manera muy oportuna, la exitosa película “Wicked”, es un buen momento para recordar el extraordinario trabajo y las profundas enseñanzas de las letras de Yip Harburg, el hombre que puso el arcoíris en el mago de Oz.


© 2025 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.